

15 de mayo de 2025 - 11:10 PM
Sus manos acarician la madera como quien conoce todas sus formas, sus curvas y recovecos. La recorren con cariño, con ternura, casi. Los dedos de la mano izquierda buscan su lugar en el largo cuello sobre el que reposan las cuerdas, hasta darle forma a un acorde. Y de repente: sonido. El aire se llena de breves notas melifluas, que llegan al oído como breves suspiros de aire, como cargando un secreto fugaz y precioso. Y mientras los dedos de la mano derecha hacen retumbar las cuerdas con firmeza, por un instante, el corazón de Leonela Alejandro se abre al mundo; y es un gran corazón.
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