Entonces, de repente, se figuró que aquel proyecto suyo, tan de ciudadano ejemplar, es decir, gestionar la construcción de un puente peatonal que cruzara la Avenida Baldorioty de Castro hasta alcanzar la marginal y paseo de la Laguna del Condado, había sido más proyecto necio que visionario, escribe Edgardo Rodríguez Juliá