

Dudo mucho que Pablo Casals, Teodoro Moscoso y Luis Muñoz Marín hayan comido fricasé de conejo en aquella cena de honor en La Fortaleza, aunque hay evidencia de las cenas estrambóticas que allí ofrecían. (Por esa época, a un mandatario panameño de visita en la isla, el chef de La Fortaleza le sirvió foie gras, solomillo de res salteado a la cazadora, y hojaldre relleno de mariscos). Pero lo que sí se sabe es que, tras el atracón del 12 de diciembre de 1955, y con cigarrillos en la mano, más la pipa de tabaco del violonchelista, fue que surgió la idea de montar un festival en la isla como el que Casals dirigía en Prades, Francia. El maestro Casals ya se había enfrentado al franquismo, a los nazis (rechazó la invitación de Furtwängler a tocar en Berlín), y dijo que no iba a presentarse en Estados Unidos luego de que Eisenhower apoyara el gobierno dictatorial de Franco. Ahí fue que Muñoz vio el cielo abierto: no solo porque para él Puerto Rico no era Estados Unidos pero se le parecía, sino porque Casals era la mejor plataforma mediática para que los puertorriqueños -utilería de la vitrina de la democracia- olvidaran el ataque nacionalista al Congreso, ocurrido un año antes. En otras palabras: la “Operación Casals” fue el fondillo musical de “Operación Serenidad”.
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